Quisiera relatar algunas de mis experiencias personales con el Maestro, Kinjo Hiroshi. Mi primer contacto personal con el fue a través de cartas que lo describían como un ser dispuesto a todo por expandir su herencia cultural, sin dudar un segundo me ofrecio cobijarme en su Japón para completar mis estudios personalmente con su karate. Alli fui, por principios de los 90. Que experiencia fue, tenia 37 años, hoy esos recuerdos son el diamante de mi memoria junto a él. Su tiempo siempre estuvo dispuesta a mi necesidad y a lo que el consideró que debía de permanecer en mi memoria, por ello compartí durante más de 40 días de su cortesía y generosidad, describiendo a este maravilloso ser como un asombroso anfitrión, deseoso de unificar la técnica de su karate con la cultura popular que enriquece la misma. 


Fuimos al Budokan, a Ueno, a Itabashi, a la Biblioteca, a Numazu, etc, lugares empapados de historia vinculados a abonar la dirección en la difusión de su karate.


Luego vinieron muchas visitas más, y en cada una de ellas él doblaba su apuesta por enriquecer mi cultura histórica. Su visita al Kenbukan de Itabashi Ku de dos veces por semana junto a su especial estudiante Shinoda Tsuyoshi y su hermano Yukio, enriquecian mi interés por el conocimiento; y el finde al Shoyokan dojo de Numazu city, donde estudiantes de la talla de Yamada, Takahashi, Katsumata,


Inoue, Hatta, etc acompañaban apasionadamente mi aprendizaje.


Asi, cada vez que arribaba a Japón debía  sumar inicialmente la visita a su residencia de hiratsuka shi, donde gracias a la asistencia de sus hijas Kumiko san y Mayumi san podía recibir la instrucción personalizada de documentos, fotos, textos, libros y hechos, donde ponía una particular y  especial atención a mi descripción de los okinawenses que revestían de historia mi Argentina, relatos que enriquece tan particularmente con la pasión que lo caracterizó toda su vida.


Podria describir muchísimos hechos y estancias que yacen atesorados en mi espíritu. Deseo que la descripción de mis vivencias junto a este maravilloso ser humano, esté a la altura de lo que él, fue, es y será como ejemplo y molde de mi investigación y estudio por el resto de mi vida, y facilitar un precepto que lo describe desde su esencia amorosa, un ser impregnado de lógica y moral.


Argentina Kenshukai Karatedo  Pfof. Gerardo M. Pimentel